Como se vio en el capítulo Trata de personas y formas conexas de explotación y abuso, la trata de personas es una violación manifiesta de los derechos humanos, que a menudo se acompaña de daños físicos y psíquicos. Las personas objeto de trata suelen vivir y ser obligadas a trabajar al margen de la sociedad, en ambientes en que la discriminación y el abandono son frecuentes y el acceso a servicios de salud es limitado. Los problemas de salud que las aquejan van desde dolencias leves hasta trastornos graves, que pueden tener que ver con:

  • afecciones crónicas o genéticas y enfermedades crónicas preexistentes;
  • la exposición a enfermedades infecciosas y otros riesgos para la salud relacionados con las condiciones de explotación o las malas condiciones de vida;
  • la persistente violencia física, sexual y psíquica;
  • los peligros relacionados con ciertas formas de explotación;
  • el deterioro del estado salud debido a la falta de diagnósticos y asistencia.

Muchas personas víctimas de la trata experimentan un conjunto complejo de problemas de salud superpuestos que pueden incluir:

  • problemas de salud sexual y reproductiva, especialmente en los casos de violencia sexual y explotación sexual;
  • problemas de salud física;
  • problemas de salud mental;
  • enfermedades psicosomáticas;
  • reacciones naturales a los traumas y los problemas conexos de la recuperación;
  • el uso indebido y la dependencia de sustancias psicoactivas;
  • reacciones sociales, como el rechazo de la familia y la comunidad.

Numerosas personas sometidas a la trata sufren también lesiones y dolencias físicas o psíquicas repetidas y múltiples, que pueden conducir a problemas de salud debilitantes, duraderos y acumulativos. La exposición a factores de riesgo para la salud puede continuar después del periodo de explotación. Además del daño físico, las personas objeto de trata están afectadas frecuentemente por traumas psíquicos y estrés causados por las persistentes condiciones de peligro vital. La falta de control sobre sucesos traumáticos a menudo imprevisibles que caracteriza las situaciones de trata de personas puede dar lugar a reacciones naturales como la depresión, la ansiedad, la hostilidad o la irritabilidad. En el caso de las mujeres, hombres, niñas y niños y de los adultos y menores de género no conforme sometidos a abusos sexuales, las infecciones de transmisión sexual, como el VIH y otros problemas de salud sexual y reproductiva, pueden agravar los traumas. La violencia sexual se utiliza frecuentemente como medio de tortura de los hombres y los niños varones. Estos últimos están particularmente expuestos a la violencia sexual, sobre todo si viajan no acompañados o si caen en las redes de la trata. En el caso de las mujeres y las niñas, el abuso sexual conlleva riesgos adicionales como el embarazo no deseado, el aborto peligroso, la infección genital femenina alta, la esterilidad, la fístula vaginal, la imposibilidad de tener hijos y otros problemas de salud reproductiva.

Además del abuso físico y sexual, las personas objeto de trata están expuestas a otros factores de riesgos para la salud, como:

  • la explotación económica;
  • la confiscación de los documentos de identidad, que restringe su acceso a los servicios de salud que exigen una identificación;
  • las amenazas ocupacionales, como las condiciones de vida y de trabajo peligrosas y de explotación;
  • la exclusión social debida a las barreras estructurales y socioculturales que impiden su acceso a los servicios de salud.

No obstante el amplio diálogo internacional y la abundante documentación de graves casos de abuso y explotación relacionados con la trata, muy pocos sectores sanitarios tienen estrategias basadas en datos comprobados con respecto a la salud en el contexto de la trata, y apenas hay orientaciones de política que ayuden a diseñar servicios de salud y sistemas de remisión de casos en apoyo de las víctimas de este fenómeno.

Los dispensadores de servicios de salud están más expuestos que otros profesionales a tener contactos clínicos privados o semiprivados con personas objeto de trata. Con la debida capacitación en los medios seguros de detección y los procedimientos de remisión correspondientes, pueden hacer una contribución crucial al diseño de intervenciones de política adecuadas y ayudar a esas personas a salir de las situaciones de peligro y explotación (véanse Borland y Zimmerman, 2009; Zimmerman y otros, 2014; Buller y otros, 2015). Para establecer medidas de salud y seguridad en un entorno normativo sensible y bien informado, es esencial incluir a los profesionales de la salud y desarrollar instrumentos que se centren en las consecuencias sanitarias de la trata de personas en general, y en las necesidades de atención de salud de los supervivientes de la trata en particular. Las consideraciones relativas a la salud de estas personas deben ser un componente fundamental de la gama de opciones de intervención, para asegurar la integración de los servicios de salud en los mecanismos de remisión de casos. De este modo, los conocimientos especializados de los profesionales de la salud podrán orientar los esfuerzos de quienes luchan contra la trata desde fuera del sector sanitario para detectar a las posibles víctimas de este fenómeno y apoyar a los supervivientes en su recuperación.

Enfoques de política
Inclusión de respuestas sanitarias en un enfoque de lucha multisectorial contra la trata
  • Dialogar con los profesionales de la salud y recabar su colaboración en la planificación y la asignación de recursos para las intervenciones relacionadas con la trata de personas. Por ejemplo, incluirlos en los foros de coordinación multisectorial con los ministerios competentes (como los de trabajo, comercio, servicios sociales, servicios de protección del niño y fuerzas del orden). Los profesionales de la salud pueden velar por que se incluyan soluciones de atención de salud, particularmente en los sectores poco regulados o las situaciones de trabajo irregular, y ayudar a mejorar la capacidad de otras instancias gubernamentales y no gubernamentales que se ocupan de la trata de personas.
  • Establecer mecanismos de remisión de los casos de trata, junto con los marcos jurídicos esenciales de protección de la salud pública. Velar por que estos mecanismos integren a los servicios de salud y estudiar la posibilidad de ofrecer acceso universal a la cobertura sanitaria.
  • Proporcionar a los profesionales de la salud la capacitación adecuada sobre la trata de personas y las formas de detectar a las posibles víctimas y de remitirlas sin riesgos a los servicios adecuados. Aprovechar sus conocimientos al diseñar los servicios de salud y los sistemas de remisión para apoyar a las personas que han sido objeto de la trata.
  • Colaborar con las fuerzas del orden, las autoridades de inmigración y los organismos que se ocupan de la trata de personas para establecer un sistema de remisión nacional. Velar por que el sistema incluya la participación de servicios gubernamentales y no gubernamentales, para ofrecer un apoyo y una protección integrales.
  • Aprobar leyes nacionales —o enmiendas de la legislación existente— que exijan la prestación de atención sanitaria a las personas que hayan sido objeto de trata, incluidos los migrantes transfronterizos.
  • Registrar y notificar los riesgos para la salud y la seguridad relacionados con la trata de personas en el contexto de la explotación laboral.
  • Establecer partidas presupuestarias dedicadas específicamente a desarrollar estrategias que incluyan inspecciones regulares de las industrias y los sectores laborales en que la explotación y la trata de personas sean frecuentes.
  • Crear servicios para las personas que han sido objeto de trata, aplicando prácticas que den prioridad a la salud y la seguridad, como los procedimientos de los programas para los supervivientes de la agresión sexual y la violencia doméstica.
  • Establecer enfoques eficaces de apoyo de salud mental a las víctimas de la trata, y determinar los obstáculos y retos para su aplicación.