Los cambios ambientales, incluidas las consecuencias del cambio climático, tienen importantes efectos en la salud de los migrantes y las poblaciones móviles. Los movimientos de población internos e internacionales suelen tener su origen en zonas ambientalmente frágiles, y pueden llevar a las personas a instalarse en lugares que tampoco están exentos de riesgos ambientales, como los asentamientos informales poco atendidos de las zonas urbanas o los lugares rurales aislados. Este es un gran reto para los sistemas y la infraestructura de salud pública. Los migrantes por motivos ambientales experimentan numerosas dificultades, pero ninguna tan grave como la falta de acceso a servicios de atención de salud, cuando la disponibilidad de estos es limitada, como reconoció la Asamblea Mundial de la Salud en su resolución 70.15 sobre la promoción de la salud de refugiados y migrantes. La migración de por sí ya entraña problemas importantes para el acceso a los servicios sociales y sanitarios esenciales, y en el caso de los migrantes afectados por fenómenos y procesos ambientales los obstáculos pueden ser aún mayores.

Desastres, desplazamiento y salud

Los desplazados a raíz de desastres tienen a menudo vulnerabilidades sanitarias acentuadas, debido al agua insalubre, el saneamiento y la higiene insuficientes, o la malnutrición. Estas vulnerabilidades se agudizan cuando el acceso a la atención sanitaria es limitado, debido a los efectos destructivos del desastre y al consiguiente debilitamiento de los sistemas y la infraestructura de salud. La salud materna y neonatal suelen deteriorarse gravemente en los contextos de desplazamiento. Como se examinó en el conjunto de capítulos Dimensiones de movilidad de las situaciones de crisis, los desplazados corren también un mayor riesgo de trastornos del comportamiento y de la salud mental, como el trastorno por estrés postraumático, la depresión, la ansiedad, la soledad, la autolesión y el suicidio, debido a la exposición a sucesos intensos, el sufrimiento de pérdidas físicas, y la experiencia del desbaratamiento de sus redes sociales y comunitarias.

Los problemas de salud de los migrantes desplazados por desastres se agravan considerablemente cuando estalla una crisis sanitaria. En los campamentos atestados a los que fueron a parar tras la huida del desastre, las posibilidades de adoptar medidas sanitarias para controlar y prevenir la propagación de las enfermedades transmisibles son escasas o nulas. Entre otras cosas, en esas circunstancias es difícil o imposible mantener una distancia física suficiente, o aislarse, si es necesario. La perturbación de los suministros dificulta el acceso a artículos de higiene y a la atención de salud, interrumpiendo el tratamiento de las dolencias que puedan haber contraído durante del viaje. Quienes llegan a los campamentos o regresan a las comunidades de origen en esas circunstancias pueden verse enfrentados también a las reacciones violentas de la comunidad receptora, que teme el contagio. Todo esto socava las probabilidades de encontrar soluciones duraderas. Las medidas para hacer frente a estas cuestiones comprenden (OIM, 2020), entre otras cosas:

  • la inclusión de los migrantes en los planes de preparación y respuesta;
  • la mejora de las condiciones de vida en los campamentos y el establecimiento de procedimientos para la evacuación en situaciones de desastre;
  • la aplicación de las medidas necesarias para prevenir el contagio de las enfermedades transmisibles.
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Cambio ambiental, migración y salud

Las previsiones indican que el cambio ambiental elevará la frecuencia y modificará la distribución de las amenazas ambientales y de la migración consiguiente (véase el capítulo Migración, medio ambiente y cambio climático). Por ejemplo, los efectos del cambio climático en las condiciones ambientales —la conjunción de altas temperaturas, abundantes precipitaciones y gran humedad con charcos de aguas quietas y bañadas por el sol— favorecerán la propagación de las enfermedades transmitidas por vectores, como la malaria y el dengue. Junto con las posibles dificultades para acceder a la atención de salud y las perturbaciones de los programas de vacunación, esas condiciones facilitarán la transmisión de las enfermedades infecciosas.

La variabilidad de las lluvias tiene un impacto importante también en la producción agrícola, reduciendo los rendimientos y, en algunos casos, contribuyendo a aumentar la prevalencia de la inseguridad alimentaria y la malnutrición. Estas dinámicas, y sus efectos en la salud, pueden llegar a ser un factor de peso en las decisiones relativas a la movilidad, induciendo a las personas a abandonar las zonas en que los riesgos han aumentado. Pero esas mismas dinámicas pueden estar afectando también a los lugares a los que los migrantes se trasladan.

Especialmente en las zonas urbanas superpobladas, que son el destino de muchas personas que migran por motivos ambientales, las infraestructuras y los sistemas sanitarios ya de por sí insuficientes no serán capaces de responder a esta llegada de poblaciones sin una asistencia mundial multisectorial. Además, el cambio ambiental puede repercutir en la salud también a través de los daños a la infraestructura sanitaria disponible, debido a la mayor frecuencia e intensidad de diferentes peligros naturales. El resultado de todo ello puede ser la interrupción de la continuidad de la asistencia y un insuficiente acceso a la atención de salud.

Según la Organización Mundial de la Salud, el cambio climático causará unas 250.000 muertes adicionales por año entre 2030 y 2050 (OMS, 2018). Gran parte de esta mortalidad causada por factores ambientales afectará a grupos vulnerables como los migrantes, las poblaciones móviles y otras poblaciones de difícil acceso que tropiezan con barreras económicas, geográficas, sociales o jurídicas para recurrir a los servicios de prevención, de atención de salud y de otra índole. Aunque el calentamiento global puede traer consigo algunos beneficios localizados, como una reducción de las defunciones invernales en los climas templados y un aumento de la producción de alimentos en ciertas zonas, los efectos globales de los cambios del clima en la salud serán, con toda probabilidad, abrumadoramente negativos (OMS, 2018).

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Recent frameworks such as the Paris Agreement and the Sendai Framework for Disaster Risk Reduction  are examples in which environmental change and disasters, migration and health have been clearly linked. However, stronger inclusion of the health of migrants in environmental policies is fundamental to building resilience in communities and health systems bearing the burdens of climate change (further details in the policy approaches box, below). The Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) has also noted that human mobility can play an important role in adaptation measures to avoid direct and indirect health impacts resulting from the effects of climate change on livelihoods and food chains.

Including health and migration health considerations in environmental policies will build health resilience in communities facing the adverse impacts of environmental change, including climate change. Some policy frameworks and documents by international organization have started to move in this direction. For example, the draft WHO global strategy on health, environment and climate change recognizes and further solidifies the connection between climate change and health. It also outlines both the current global challenges regarding these themes and the potential avenues to strengthen health systems and minimize the consequences of environmental change and related hazards. Upon request of its Member States, WHO also released an Operational framework for building climate-resilient health systems to mitigate poor health outcomes as a result of various climate change impacts. Resilient health systems and infrastructure, coupled with migrant-inclusive policies, would provide a protective and health-upholding environment in the face of climate change and increasing migration flows.

Policy Approaches
Strengthening national health systems to address impacts related to climate change
  • Include migrants, mobile and other hard-to-reach populations in strategies, policies and programmes to address the health impacts of climate change and environmental degradation on vulnerable migrants.
  • Invest in making the health systems culturally competent and inclusive of migrants (further details in Health and migration).
  • Strengthen health surveillance systems in what concerns climate-change-related risk factors and determinants, including by monitoring population flows and mapping people’s mobility.
  • Further adapt and strengthen health infrastructure to be able to resist excess damage due to climate-related natural hazards, especially in areas where established migration flows are prevalent or expected to increase.
  • Implement cost-effective population-wide disaster risk reduction and climate change adaptation, as well as disaster preparedness interventions, ensuring coverage of migrants through promotion of health literacy, awareness and improved access to health promoting environments.
  • Foster stronger partnerships between health and non-health sectors, public and private sectors, and governmental and civil society groups to overcome barriers to effective health and climate change actions.
  • As per the Sendai Framework, include migrants, displaced persons and human mobility considerations in disaster risk reduction policies and programmes to help build health systems resilience and reduce adverse health outcomes that can lead to, and result in, disasters.