- Fortalecer la capacidad de todos los oficiales de fronteras de responder a las diferentes necesidades y experiencias de las personas de distintos grupos de género. Esto supone entender las diferentes maneras en que las víctimas o los supervivientes de la trata o el tráfico experimentan esas situaciones según su género, y saber detectar a esas víctimas o supervivientes, que podrían actuar de modos distintos en función del género.
- Velar por que los oficiales de fronteras sean representativos de la población con la que estén en contacto, en particular en lo que respecta al género. Esto significará en muchos casos alentar la contratación de personal femenino, no binario y LGBTI, así como su retención y promoción y el desarrollo de sus competencias, en los departamentos relacionados con la migración y en los organismos de fronteras.
- Apoyar la realización de programas de creación de capacidad para los oficiales de fronteras, que les enseñen a prevenir la explotación y el abuso sexuales explicando en qué consisten esos actos; qué es aceptable (y qué no); cómo prevenir, detectar y denunciar los casos de explotación y abuso; adónde remitir a las víctimas para que reciban apoyo; y cuáles son las consecuencias para los autores y las víctimas.
En el contexto de la gestión de fronteras, las consideraciones de género tienen una importancia crítica, porque los distintos grupos (las mujeres y los hombres, las niñas y los niños, y las personas que no se identifican ni como hombre ni como mujer) experimentan las situaciones de manera diferente. El género de las personas moldea cada fase del viaje migratorio, desde los factores que propician la migración hasta las decisiones sobre quiénes migran y adónde, cómo lo hacen, qué redes les prestan ayuda, cuáles son las oportunidades y los recursos de que disponen en los lugares de destino, y qué relaciones mantienen con el país de origen (véase más información al respecto en el capítulo Género y migración).
Los Estados tienen que integrar cuidadosamente esas diferencias de género en la elaboración de las políticas de gestión de fronteras. Estas políticas deben incluir una adecuada comprensión de las vulnerabilidades de género, los roles previstos y las dinámicas de poder que entraña el hecho de ser hombre, mujer, niño o niña o no binario, o de identificarse como una persona lesbiana, gay, bisexual, transgénero o intersexual (LGBTI), lo que puede exponer a los migrantes a diferentes tipos de riesgos. La aplicación de las dimensiones de género de la migración a las actividades en las fronteras ayudará a lograr que los movimientos transfronterizos sean adecuados y eficientes y tengan debidamente en cuenta los derechos de los migrantes.
Dadas las posibilidades de violencia de género –consciente o inconsciente– que pueden manifestarse en los entornos fronterizos, toda política de gestión de fronteras debería abrazar, como principio básico, el enfoque del manejo de los movimientos con una perspectiva de género. Esto significa, entre otras cosas, dotar a las autoridades de fronteras de la capacidad de reconocer a los viajeros que sean víctimas de la violencia de género, de la trata de personas o de otras formas conexas de explotación y abuso y que requieran asistencia y protección internacional. Además, mediante el establecimiento de procedimientos operativos estándar sensibles a las cuestiones de género, deberían ofrecerse mecanismos de protección que tomen en consideración el género de los migrantes vulnerables. En resumidas cuentas, la igualdad de género debería ser un elemento central en todos los aspectos y actividades de la implementación de la estrategia de gestión de fronteras.
El refuerzo de la capacidad de las autoridades e instituciones de fronteras de responder a las cuestiones de género puede ayudar a combatir la violencia y explotación de género que sufren los migrantes en las zonas fronterizas. En Nepal, la organización de la sociedad civil Maiti colaboró en un proyecto destinado, entre otras cosas, a capacitar a las autoridades de fronteras en materia de género y de trata de personas y a crear una unidad de mujeres policías. El objetivo de la capacitación era reforzar la capacidad de los funcionarios del gobierno de detectar la trata de personas y el tráfico de migrantes, y mejorar el respeto de los derechos de todos los grupos de género en las fronteras. Además, el proyecto fue un reconocimiento de la escasísima representación de las mujeres entre los oficiales de fronteras, y de que el aumento de la presencia de oficiales femeninos mejoraría la respuesta de las fuerzas del orden a la violencia contra la mujer y reduciría las cuestiones relacionadas con la violencia de género y otros tipos de discriminación.
Instituto de Estudios sobre el Desarrollo (IDS), 2016; Centro de Ginebra para la Gobernanza del Sector de Seguridad (DCAF), Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (OIDDH) de la OSCE, Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer (INSTRAW) de las Naciones Unidas, 2008.