El concepto de desarrollo ha cambiado de significado en los últimos decenios. Por su parte, las ideas sobre los vínculos entre el desarrollo y la migración también han evolucionado. En términos generales, se han venido alternando visiones optimistas y pesimistas (De Haas, 2010; Lélé, 1991; Giddins y otros, 2002). Sin embargo, unas y otras han pasado por alto los factores sociales y culturales, presuponiendo que los migrantes actúan de maneras automáticas, dictadas por consideraciones económicas únicamente. Pero intentar comprender la relación entre migración y desarrollo solo sobre la base de los factores económicos en juego supone reducir la complejidad real de los deseos y las decisiones humanas.
Uno de esos otros factores de índole social y cultural es que el impacto de la migración en el desarrollo depende de las estrategias gubernamentales. La migración es el resultado, en distinto grado, de cuestiones y dinámicas a nivel de los hogares, de los marcos de políticas locales y nacionales y de las realidades geopolíticas internacionales. Cada uno de estos niveles puede influir en la aspiración de migrar y en el resultado de la migración. Al mismo tiempo, las realidades de la migración tienen repercusiones a nivel de los hogares y en los planos local, nacional e internacional. La consideración de la migración desde una perspectiva que tenga en cuenta esta complejidad permitirá a los responsables de la formulación de políticas entender no solo el modo en que la migración puede apoyar el desarrollo sostenible, sino también las formas en que las políticas de los diferentes niveles pueden afectar a los patrones y los resultados de la migración.