La importancia del nexo de la migración y el desarrollo sostenible es cada vez más evidente. En medida creciente, los países de origen y de destino están buscando formas de maximizar los beneficios de la migración para el desarrollo sostenible. Hay consenso general en que las políticas eficaces fortalecen los activos de los migrantes, y que ello redunda en beneficio de los países de origen y de destino. Esas políticas se centran a menudo en las remesas, la iniciativa empresarial y la colaboración de las diásporas, aunque estos no son los únicos modos de movilizar los activos de los migrantes.
Las remesas de los migrantes son ahora la principal fuente de financiación externa de los países de ingresos bajos y medianos, salvo en el caso de China (Banco Mundial, 2020). Sin embargo, el valor de las remesas es sumamente inestable. Su cuantía depende de una variedad de factores que no están bajo el control de los migrantes. Por ejemplo, los flujos de remesas disminuyeron en 2020 debido a la pandemia de COVID-19 (Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DAES) de las Naciones Unidas, 2020). El desempleo y las crisis económicas en los países de destino también pueden repercutir en las cantidades de dinero que se envían a los lugares de origen (Ellerman, 2003).
Las remesas económicas son principalmente de dos tipos. Por un lado, las remesas colectivas son dineros que las asociaciones de migrantes envían a sus países de origen, o directamente a las comunidades locales, para apoyar iniciativas públicas o privadas. Las remesas colectivas se utilizan para diferentes iniciativas de las comunidades en los países de origen. Las asociaciones de migrantes envían frecuentemente dinero en apoyo de iniciativas públicas y actividades culturales y religiosas locales, e invierten también en el desarrollo de empresas e industrias parecidas al trabajo que sus miembros realizan en el país de destino (Ellerman, 2003).
Por otro lado, las remesas familiares son ahorros que los migrantes envían para apoyar a los familiares que quedaron atrás. Este tipo de remesas representan el sustento de muchos hogares de migrantes, siendo a veces el único ingreso de las familias en el país de origen. La mayor parte de las remesas familiares se gastan en la vivienda y la alimentación, lo que puede reducir la pobreza y garantizar niveles mínimos de subsistencia. Debido a que solo una escasa parte de las remesas familiares se destina normalmente a la inversión directa en nuevas empresas, estas remesas suelen reducir la pobreza pero no promover directamente el desarrollo económico (Kuznetsov, 2006).