Como en todo tipo de movilidad humana, los factores que propician la migración de los jóvenes tienen múltiples facetas y están normalmente conectados entre sí. Esto dificulta la determinación de las distintas causas por separado. Sin embargo, una combinación de cambios tecnológicos recientes, diversos factores demográficos y las limitadas oportunidades de empleo están motivando a un número creciente de jóvenes a migrar al extranjero (Wickramasekara, 2013). De hecho, estimaciones recientes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indican que, a nivel mundial, la participación de los jóvenes en la fuerza laboral ha venido disminuyendo desde 1999 (OIT, 2020). Los jóvenes tienen también más probabilidades de estar subempleados o de tener empleos precarios (véase la sección Factores económicos).
La promoción de la empleabilidad de los jóvenes en los países de origen, a nivel nacional y local, puede contribuir a reducir el deseo de los jóvenes de migrar. Muchos jóvenes que no logran encontrar un trabajo decente en su país de origen se sienten obligados a proseguir su búsqueda en el extranjero, aun cuando ello suponga partir por medios irregulares. Sin embargo, darles un empleo no es una condición suficiente para prevenir la migración de los jóvenes. En la decisión de migrar influyen también muchos otros factores socioeconómicos, como la inclusión, el acceso a la atención de salud y la educación, la calidad del empleo y el nivel de la remuneración.