Según las estimaciones, se cree que en 2017 había 164 millones de trabajadores migrantes (OIT, 2018; resumen ejecutivo en español). Estos trabajadores conforman la fuerza laboral en todas partes del mundo. Por ejemplo, en los Estados miembros de la Unión Europea constituyen el 53% en el sector del servicio doméstico, el 27% en el de la hostelería y el 14% en el de la salud humana y el trabajo social. En los  Estados Unidos de América, las cifras correspondientes son el 50%, el 24% y el 17%, respectivamente (OCDE, 2020). Las pandemias mundiales pueden desbaratar rápidamente este patrón.

En casi todos los países con programas de migración establecidos, el brote de  la enfermedad coronavírica de 2019 (COVID-19) condujo prontamente a la interrupción, o al menos a una fuerte restricción, de la admisión de trabajadores migrantes. Ello tiene consecuencias para la economía en su conjunto, el mercado laboral y, sobre todo, los propios migrantes y las comunidades. También hay indicaciones de que los trabajadores migrantes están más expuestos a la COVID-19 que sus homólogos nativos, debido a los tipos de ocupación que suelen tener (Bossavie y otros, 2020).

Quizás sea demasiado pronto para extraer conclusiones definitivas de este trance que, de hecho, ha sido un experimento imprevisto a escala mundial, con su desaceleración abrupta de los flujos migratorios laborales en todo el mundo. Sin embargo, aunque de manera poco uniforme, ya empiezan a perfilarse algunas tendencias.

  • Los sectores que recurren a una reposición anual o estacional de trabajadores migrantes (como la agricultura, especialmente durante las cosechas, y la atención de salud) han sufrido un claro revés. Los trabajadores migrantes temporales, procedentes de países vecinos o de otras partes del mundo, cumplen funciones esenciales en el cultivo y las cadenas de suministro de alimentos, realizando a menudo las tareas que los trabajadores nativos son reacios a aceptar. Una consecuencia que se observó muy pronto después del cierre de fronteras relacionado con la COVID-19 fue la pérdida de los trabajadores migrantes necesarios para las labores agrícolas de alta densidad de mano de obra, especialmente en las etapas críticas de la siembra y la cosecha. Los gobiernos establecieron luego procesos “seguros” para la entrada de los trabajadores migrantes esenciales, pero el hacinamiento en los lugares de alojamiento impulsó igualmente la propagación del virus.
  • Muchos trabajadores migrantes que quedaron sin trabajo debido a la pandemia han podido regresar a sus países, aunque renuentemente y a un costo considerable. Sin embargo, grandes contingentes de esos trabajadores se encuentran, de hecho, “atrapados” o varados en los países de acogida por diversas razones, como la falta de medios de transporte internacional o la falta de recursos. En estas circunstancias, están expuestos a múltiples situaciones de vulnerabilidad, causadas por la falta de empleo, la falta de recursos financieros, la dificultad para acceder a los servicios de salud o al seguro médico y los entornos de vida insalubres y atestados.

Desde una perspectiva más amplia, el volumen de las remesas de los migrantes a los países en desarrollo disminuyó, aunque no en la medida prevista inicialmente. El Banco Mundial (2021) estima que en 2020 las corrientes mundiales de remesas a los países de ingresos bajos y medianos alcanzaron los 540.000 millones de dólares EE.UU, solo un 1,6% menos que el total de 548.000 millones de dólares EE.UU enviado en 2019. Esta variación bastante pequeña es coherente con observaciones del pasado que indican que los migrantes tienden a enviar más dinero en épocas de crisis, aun cuando, probablemente, ganen menos (Frankel, 2009). Incluso así, los déficits a nivel nacional se harán sentir en los países receptores de remesas, en forma de problemas en la balanza de pagos y presiones en las monedas. Las familias de los migrantes también tendrán más dificultades para sufragar los costos de la vivienda, la atención de salud, la educación e incluso la alimentación.

Desde el punto de vista de la gestión de la migración, la elaboración de respuestas de política a estos acontecimientos imprevistos requiere un enfoque polifacético que vincule la migración laboral con la salud, el desarrollo e incluso el bienestar social.

A continuación se enumeran algunas iniciativas de política introducidas por los países afectados que ilustran la importancia de trabajar en las intersecciones de los distintos ámbitos de política. Se observan cuatro orientaciones generales:

  • primero, los ajustes en la legislación o los reglamentos que rigen la residencia y el empleo de los migrantes, para garantizar la continuidad de la oferta de mano de obra;
  • segundo, las medidas destinadas a atender las necesidades sanitarias y de asistencia social de los trabajadores migrantes, prestando particular atención a los que estén en situaciones de vulnerabilidad como consecuencia de la pandemia;
  • tercero, las medidas para revertir la disminución de las remesas de los migrantes y promover su flujo continuo; y
  • cuarto, los arreglos para facilitar la reintegración social y económica de los migrantes que retornan a sus países de origen.

Conviene recordar que la pandemia de COVID-19 ha confrontado a los responsables de las políticas migratorias con retos sin precedentes, en un trasfondo de salud pública en constante evolución. La situación ha cambiado considerablemente desde la aparición del virus en la escena mundial, y aún sigue evolucionando, de maneras a menudo imprevisibles. Muchos países han experimentado varios ciclos de inicio rápido, mitigación eficaz y posterior reaparición de la transmisión. Es probable que algunas de las líneas de intervención adoptadas en estas experiencias persistan. Pero a ellas tendrán que sumarse inevitablemente otras políticas innovadoras, en función de cómo evolucione la situación.

Enfoques de política
Ejemplos de métodos para gestionar la oferta de mano de obra

En el momento de redactar estas líneas, hay todavía poca información sobre la eficacia de los enfoques enumerados a continuación, pero esta lista ilustra los esfuerzos desplegados para gestionar la oferta de mano de obra.

 Garantizar la continuidad de la oferta de trabajadores migrantes

  • Expedir permisos de residencia o de trabajo temporales a migrantes indocumentados.
  • Otorgar la residencia permanente a solicitantes de asilo, particularmente a los que trabajan en hospitales o en situaciones de asistencia domiciliaria a largo plazo.
  • Proporcionar asistencia financiera a los empleadores a fin de que puedan establecer centros de cuarentena para los trabajadores migrantes.
  • Expedir permisos de residencia y de trabajo a trabajadores migrantes temporales que realicen la cosecha de frutas u hortalizas.
  • Traer a trabajadores migrantes temporales en vuelos fletados desde países de origen exentos de la

    COVID-19.
  • Eximir de los impuestos de residencia a todos los trabajadores migrantes del sector de la atención de salud, en reconocimiento de la función vital desempeñada en la respuesta a la pandemia.
  • Incluir a los migrantes en los planes de vacunación y asistencia, para que puedan seguir prestando los servicios esenciales en el sector de la salud (en calidad de médicos, enfermeros o cuidadores) o en el sector de los servicios (como mensajeros o vendedores).

Cuidar la salud y el bienestar social de los trabajadores migrantes en los países receptores

  • Otorgar a los migrantes residentes acceso a la atención de salud y a los servicios esenciales durante la crisis de la COVID-19.
  • Ofrecer apoyo específico a los trabajadores irregulares de los sectores gravemente afectados por la COVID-19.
  • Intensificar los esfuerzos de detección, vigilancia y gestión de la COVID-19 en los alojamientos de migrantes.
  • Permitir a los migrantes con pequeñas y medianas empresas aprovechar las iniciativas de estímulo financiero.
  • Asignar subvenciones de emergencia a los trabajadores indocumentados.
  • Ofrecer alojamientos o albergues de emergencia a los migrantes sin techo.

Promover el flujo continuo de remesas

  • Reducir o suprimir el costo de las transferencias de remesas.
  • Alentar el uso de la tecnología, especialmente de los teléfonos móviles, para facilitar la transferencia de remesas, incluidas las transacciones monetarias personalizadas desde la comodidad y seguridad del propio hogar.
  • Utilizar los medios sociales (como los SMS o WhatsApp) para llegar a los clientes e informarlos de los servicios disponibles.
  • Elevar las cantidades máximas que se pueden transferir digitalmente.
  • Ofrecer incentivos de retiro de efectivo a los remitentes.
  • Conceder incentivos fiscales a los operadores que realizan las transferencias, para compensar la reducción de las comisiones cobradas por esas operaciones.

Prestar asistencia a los migrantes que retornan

  • Facilitar la repatriación de los migrantes desamparados.
  • Ofrecer asistencia financiera directa a los trabajadores que retornan.
  • Apoyar a los migrantes que retornan en el establecimiento de otros medios de vida o en la adquisición de nuevas competencias.
  • Crear programas para reinsertar a los migrantes que retornan en la fuerza laboral.
  • Ofrecer viviendas asequibles a los migrante que retornan.
Para profundizar en el tema

Con respecto a las cuestiones referentes a la salud y la movilidad de los trabajadores migrantes, véase también la sección Consideraciones sanitarias en relación con la migración laboral de las Interconexiones.