El cambio ambiental y climático puede alterar o socavar considerablemente las fuentes de subsistencia de las comunidades. Por ello, está siendo un factor cada vez más importante en la movilidad humana (véase el capítulo Migración, medio ambiente y cambio climático). Algunos elementos de las economías locales son particularmente vulnerables al cambio climático, y los trabajadores de esos sectores tienen más probabilidades de emigrar en busca de empleo. Los empleos en la agricultura —el segundo mayor sector de empleo a nivel mundial, después de los servicios— se han visto afectados por la creciente incidencia de las inundaciones y sequías, los cambios en los regímenes de lluvias y las temperaturas, la degradación del suelo y el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos. Un problema importante es el impacto de los cambios meteorológicos en la disponibilidad de tierras cultivables y en las posibilidades de riego. Muchos países de ingresos bajos del África Subsahariana, las zonas de tierras secas de Asia Central y América del Sur y las regiones montañosas de otras partes del mundo también están afectados por las sequías y la escasez de agua, con repercusiones en la agricultura local y en sus trabajadores (Foresight, 2011).
El turismo, una importante fuente de empleo en muchas zonas costeras e islas pequeñas, especialmente en las regiones de Asia y el Pacífico y del Caribe, ya padece las consecuencias de la subida del nivel del mar. Otros segmentos de los sectores de la hostelería y el turismo sufrirán probablemente los efectos del calentamiento global; entre ellos destacan los del esquí en las regiones montañosas, donde, debido a la disminución de la cubierta de nieve, se observa ya una reducción del turismo y, por consiguiente, del empleo (Olsen, 2009). Sin embargo, también hay efectos positivos: en algunos entornos los cambios pueden abrir nuevas oportunidades para la agricultura, debido al establecimiento de un clima más templado o a la disponibilidad de nuevas tierras cultivables. Esas oportunidades atraerán mano de obra y podrían permitir la diversificación de los medios de sustento o la creación de empleos relacionados con la economía verde.
OIM, 2006.
Aún hay pocos marcos disponibles para respaldar la movilidad laboral en el contexto del cambio ambiental y climático. Algunos países han admitido a ciudadanos extranjeros desplazados por desastres naturales, principalmente ofreciendo un régimen de protección temporal a las personas que reunían los requisitos para ello. Pero estos instrumentos no tienen grandes posibilidades de conducir a un bienestar económico sostenible, porque su objetivo es únicamente brindar una protección temporal, y no promover la migración como adaptación al cambio climático.
El acceso al empleo suele estar sujeto a requisitos adicionales (como la obtención de un permiso de trabajo), y la restricción del periodo de residencia legal también dificulta la integración económica. Además, la evaluación de los motivos para la reubicación se efectúa normalmente caso por caso y de forma discrecional, lo que hace que estos programas no sean adecuados para tratar los movimientos de emigración masiva de las zonas afectadas por el cambio climático, especialmente porque ese cambio es gradual y avanza con lentitud. Sin embargo, la comunidad internacional ya ha sostenido debates sobre las formas de reducir la vulnerabilidad al cambio climático mediante la movilidad, por ejemplo a través de la migración laboral temporal. Junto con otros procesos mundiales, el Pacto Mundial para la Migración propugna el establecimiento de vías para responder al cambio climático de evolución lenta, utilizando los canales migratorios existentes para absorber la migración por motivos ambientales, como estrategia de afrontamiento ante las presiones ambientales que están minando los medios de subsistencia.
Varias zonas de Colombia están gravemente afectadas por el cambio ambiental y climático, además de la elevada tasa de pobreza y los alarmantes problemas causados por el conflicto y la delincuencia. Para hacer frente a esta situación, se puso en marcha un programa innovador que promueve la migración laboral circular y temporal entre Colombia y España. De hecho, la migración es una estrategia de adaptación frecuente para prevenir la pérdida de los medios de sustento debido a la degradación ambiental. El trabajo temporal en el extranjero puede ofrecer una alternativa a las familias golpeadas por desastres naturales, especialmente a las poblaciones afectadas por las erupciones del volcán Galeras en Nariño (Colombia). El programa ha facilitado los arreglos institucionales entre los dos países, para que los migrantes colombianos y sus familias puedan acceder a los mercados laborales de España y para maximizar también el efecto de sus remesas en los esfuerzos de recuperación. Además, 162 mujeres han recibido capacitación para el liderazgo, a fin de reforzar su capacidad de actuar como agentes de desarrollo, permitiendo a las poblaciones locales aumentar su resiliencia ante los desafíos ambientales mediante una alternativa a la migración permanente.
Laczko y Aghazarm (eds.), 2009.